Por mucho que lo queramos negar, es indiscutible reconocer que Microsoft ya no es la empresa que un día fue. Su poder pleno y absoluto, ha quedado eclipsado por firmas de la talla de Apple, Facebook, Google o Amazon. Aquellos nostálgicos que anhelan aquellos días de gloria en Redmond no desean otra cosa que Ballmer tire la toalla de una vez y dimita.
Los mismos que lo desean y muchos más, siguen pensando que la única persona que podría volver a llevar a la firma a lo más alto es su líder, Bill Gates. El caso es que, en una reciente entrevista concedida al Daily Mail del Reino Unido, Gates echó por tierra las ilusiones de todas estas personas que lo desean viendo coger el timón de la compañía, definitivamente no volverá a Microsoft.
En estos momentos, el ex ejecutivo está empleando todo su tiempo en la fundación Bill y Melinda Gates, creada en enero del año 2000 por él y por su esposa y cuyo objetivo es ayudar a reducir las injusticias en cuatro áreas: salud global, educación, bibliotecas y región del noroeste del Pacífico.
Los fondos de la fundación, que parte de ellos provienen de la fortuna personal de Gates, sirven y han servido para que en muchos lugares del planeta, como México, Chile, Reino Unido o Canadá, las bibliotecas públicas faciliten el acceso al mundo de los ordenadores, Internet o la información digital a personas con escasos recursos económicos.
Además, la fundación concede becas a los estudiantes estadounidenses más cualificados con serias dificultades económicas con el Programa de becas Gates Millennium. Todos estos esfuerzos le han valido a la Fundación varios reconocimientos internacionales, entre ellos el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, por su ejemplo de generosidad en la lucha contra las enfermedades y las injusticias.
Es posible, que muchos hayan pensado que Gates volvería a la compañía en el momento en que Microsoft lo necesitara, pero la realidad es que Gates piensa que hay sectores donde puede ayudar mucho más que en el terreno de la informática y tecnología. De hecho, él no quiere que su legado se relacione con el mercado de los ordenadores personales.
Cuando el diario le preguntó sobre su legado, Gates aseguró: “El legado es una cosa muy estúpida…Yo no quiero un legado. Si la gente mira y ve que la mortalidad infantil se redujo de nueve millones a cuatro millones en un año debido a la inversión, wow!…Yo comparo lo que estoy haciendo ahora con mi antiguo trabajo. He trabajado con un montón de gente inteligente, a algunos las cosas le iban bien, a otros no tan bien, pero cuando veo que muchas de las cosas que hicimos terminó por endiosar a mucha gente pienso que es algo muy frio”.
Sin duda Gates ha cambiado, es el momento de que todos aquellos que suspiran por su regreso terminen de aceptar su nuevo trabajo y de entender que quizá Bill esté mucho mejor en esta etapa de su vida.